Desde abajo. Mirémoslo desde ahí. O
desde la peor situación posible. Porque la cotidianidad mundana dispone un
obligatorio arriba-abajo. Y resulta conveniente saber dónde estamos. Y dónde
podríamos estar.
Aunque, naturalmente, nuestra
posición hipsométrica es absolutamente relativa. Lo mismo que nuestras privativas sensaciones.
Y ocurre que las personas no son conscientes de su cota personal.
De manera que algunos privilegiados
sienten que están abajo. Mientras un grupo de infortunados se regodea en su particular cúspide. Ah, qué vida
esta, que reparte premios para que la mayoría rompa el boleto pensando que no
está premiado.
Salvador, me encanta tu lógica, tu escritura y vuestra música!!
ResponderEliminar¡Qué suerte! (la mía, la nuestra). Mañana se lo digo al grupo...
EliminarPues sí, así es. La vida, no obstante, nos va enseñando a querer lo que tenemos, en vez de lamentarnos continuamente por aquello que queremos... Si uno observa a su alrededor también se sorprende viendo a personas que en las peores circunstancias personales, con prácticamente todo en contra, son íntima y abiertamente felices. Y es entonces cuando uno se da cuenta, casi se sonroja viendo cuántas veces rompió su boleto...
ResponderEliminarAbrazotes
La insatisfacción. Que a veces es positiva. En cuanto a la negativa, pues nada, acordarse de ella de vez en cuando e intentar neutralizarla.
ResponderEliminar