El túnel es la historia de David, un músico que no ha conseguido
vivir de la música. La historia de David nos la cuenta David (Barreiro) y nos
la cuenta magistralmente. Suelo analizar las historias que me gustan, pero este
Túnel es diferente. No es una
historia más. Es la historia. La pequeña historia. La historia que no pasa a la
historia. Por eso, en vez de analizarla, entrevistaré a David. Al músico. Seguro
que estás pensando: «Si no existe, si solo es un personaje...». Y yo te
respondo: «Sí y no».
Ahora
podría explicarte cómo me he puesto en contacto con David. No, no voy a
hacerlo. Prefiero que te lo imagines mientras lees la entrevista.
P.L.: David
Barreiro, tu escribiente, revela este pensamiento tuyo: «La suerte son
contactos, apretones de mano, bajadas de pantalones, lametones de culo,
sonrisas fingidas, muchas mentiras», y luego te traiciona con estas
declaraciones: «Sólo un matiz: no es mi definición de suerte, es la definición
de suerte de David, que no olvidemos que es un frustrado y que mediante estas
frases trata de justificar su fracaso».
David: Ja.
Tú eres músico, ¿no?
P.L.: Sí.
David: ¿Y
qué piensas?
P.L.:
Pienso que le estás dando la vuelta a la entrevista.
David: No
has triunfado: ¿eres mediocre o acaso no has tenido suerte?
P.L.: No me
interesa triunfar y con la música me
estrellé antes de empezar. Me toca a mí: a pesar de la traición de David
Barreiro, imagino que estarás contento, agradecido, te ha sacado del anonimato,
de Asturias, mucha gente se va a interesar por ti.
David: Sí
―y se ríe―, seguro que ahora pondrán más temas míos por la radio. Pero no me ha
traicionado: se ha limitado a resumir mi vida (o lo que él cree que es mi vida).
Mi turno: ¿contra qué te estrellaste?
P.L.: No me
aceptaron en ningún grupo; todos los grupos que conocí estaban formados por
pijos; algunos tuvieron un éxito relativo. ¿Tú eres pijo?
David:
Según se mire: mi padre era contable. Todavía no me has dicho lo que piensas de
la suerte.
P.L.: Cuando
era joven me ofrecieron un escenario a cambio de una bajada de pantalones. No
diré más. Sigamos: en vez de tirar tu vida bebiendo y trasnochando, podías
haber compuesto mil temas, pero te obcecaste con la idea de que Rebeca y tú
erais un dúo como Lennon y McCartney y que sin ella no eras nada.
David: Tío,
qué mala leche tienes…
P.L.: ¿Te
das cuenta?: fracasaste porque te rendiste: tocar en el Bloom dos o tres noches
por semana y componer un tema de vez en cuando no es suficiente: ¡hay que darlo
todo!
David:
Vale, listillo, no veo que tú hayas llegado muy lejos. ¿Cuál fue tu pecado?
P.L.: Aún
no he colgado los guantes.
David: Ya…
Bueno, yo tampoco. A fin de cuentas soy más joven que tú.
P.L.:
Lennon y McCartney escribieron temas geniales después de su separación.
David:
Cierto. Muchos. Pero es fácil trabajar cuando sabes que el mundo entero está
esperando tu próxima canción. Solo mi padre esperaba mi próxima canción. Y en
el Bloom solo quieren escuchar versiones. Canciones que ya conocen. Mis temas
les aburren. No los conocen. No quieren conocerlos.
P.L.: Un
artista no puede depender del reconocimiento del público. El artista crea
porque no puede dejar de hacerlo. El gran artista solo vive para superarse y le
importa poco lo que opinen los demás.
David: Ya…
Y tú piensas que yo todavía puedo ser el
gran artista.
P.L.: Sí,
porque el gran artista no necesita triunfar profesionalmente, pues sabe que la
riqueza, el prestigio o la fama no valen nada si no van acompañados de una vida
interior rica, y por eso, al leer tu historia, no me ha entristecido tu
precaria situación artística sino tu falta de éxito personal.
David:
Pero, tío… ―Y tras una leve vacilación―: Oye, ¿me estás diciendo que todavía
puedo llegar a lo más alto sin salir de Gijón? ¿Me estás diciendo que si
consiguiera mi éxito personal, ella volvería conmigo?
P.L.: No:
te lo estás diciendo tú.
El túnel es una de esas novelas que todo el mundo debería leer.
Si te pica la curiosidad, pincha en los enlaces:
¡La tengo! Ya me pasaré c comentar....
ResponderEliminarbuenísisma, ágil, irónica, repito seguro.
ResponderEliminar