BOFETÓN



Qué mala es la abundancia… Tenerlo todo a mano. Casi gratis. Películas, libros, discos, juegos y lo que ni conozco (ni quiero conocer). Teníamos mucho y solo faltaba Internet. La guinda que terminará amargando el ya empalagoso pastel.

Porque empieza a resultar complicado apreciar las cosas. Porque nos están acostumbrando a usar y tirar (o a tirar incluso antes de usar). Porque nos bombardean con información desinformativa. Porque van a conseguir que el grueso de la sociedad: ¡no piense!

A muchos, esta conjura (¿de los necios?) nos pilla creciditos. Curtiditos. Escaldaditos. A fin de cuentas, ya tuvimos nuestro gusanillo y eso no nos lo pueden quitar. Además, las sensaciones (ya) vividas son recuperables…

Por eso: los que me preocupan son los jóvenes. Que deberían empezar ¡ya! los correspondientes ejercicios de austeridad. Entrenarse para lo que se les viene encima. Porque aunque ellos, al parecer, lo ignoran, están abajo (o debajo del rollo [o rodillo] compresor).

El bofetón que les espera, y no lo saben.


2 comentarios:

  1. Pues tienes toda la razón. Pero me viene a la cabeza aquello de poner la otra mejilla y... Y la manía del ser humano de ponerla cuándo, dónde, y hasta a quién no debe... Y, claro, así nos va, je, je...

    Abrazotes gordotes

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  2. La suerte está echada... Esto no hay quien lo paré... A las barricadas... No queda otra.

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Te escucho

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